Hace unos días ví "Diarios de Motocicleta" de Walter Salles, que narra el viaje por tierra desde Buenos Aires hasta Caracas, que hiciera el jóven Ernesto (Che) Guevara y su amigo Alberto Granado en 1952.
Tal como lo esperaba, la película está muy bien dirigida y actuada. Destaca la cinematografía, especialmente en el trecho del Sur Argentino y Chileno.
Aproveché la ocasión para empezar a leer "Notas de Viaje", libro que recopila las anotaciones realizadas por Ernesto durante el viaje. La adaptación hecha por Salles y el guionista José Rivera es muy fiel al libro, además contaron con la ayuda en persona de Alberto Granado, quien también ha publicado sobre el viaje (1, 2).
Es realmente interesante leer las experiencias de un joven de ventitrés años que en su viaje no sólo descubre parajes bellísimos de nuestro continente, sino que también descubre la gente, la idiosincracia de cada país (su recorrido incluyó Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela), la miseria e injusticias por las que tienen que pasar algunos de sus habitantes. También se puede ver la inmensa vocación de médico que tenía (para esa época aún no estaba graduado).
De todos los pasajes del libro (y la película), me tomo la libertad de publicar un extracto correspondiente a un discurso que Ernesto dió durante su estadía en el Leprosorio de San Pablo (Perú), en la noche de su cumpleaños:
[...] Ya picaditos todos los ánimos1, el director de la colonia brindó por nosotros en una manera muy simpática y yo "pisqueado", elaboré más o menos lo que sigue:Bueno, es una obligación para mí el agradecer con algo más que con un gesto convencional el brindis que me ofrece el doctor Bresciani. En las precarias condiciones en que viajamos, sólo queda como recurso de la expresión afectiva la palabra, y es empleándola que quiero expresar mi agradecimiento, y el de mi compañero de viaje, a todo el personal de la colonia, que, casi sin conocernos nos ha dado esta magnífica demostración de afecto que significa para nosotros la deferencia de festejar nuestro cumpleaños, como si fuera la fiesta íntima de alguno de ustedes. Pero hay algo más; dentro de pocos días dejaremos el territorio peruano, y por elloestas palabras toman la significación secundaria de una despedida, en la cual pongo todo mi empeño en expresar nuestro reconocimiento a todo el pueblo de este país, que forma ininterrumpida nos ha colmadode agasajos, desde nuestrea entrada por Tacna. Quiero recalcar algo más, un poco al margen del tema de este brindis: aunque lo exiguo de nuestras personalidades nos impide ser voceros de su causa, creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas. Por eso, tratando de quitarme toda la carga de provincialismo exiguo, brindo por Perú y una América Unida.
1 Por el pisco que estaban bebiendo
vemeko | 27/02/2005 - 6:55 PM | Cine , Libros